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Del Quilombo al Kilombo

  • Foto del escritor: Tatiana Peláez Vanegas
    Tatiana Peláez Vanegas
  • 30 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

En América Latina existen quilombos y kilombos. Las dos palabras tienen connotaciones distintas, pero los kilombos con K son producto de la persistencia y la valentía de las mujeres negras que se reasentaron en Bogotá.

ilustración: Valeria Malagón
Consejo de Matronas

Quilombo: m. ruido, desorden, putas, prostíbulo, problema. Qué alivio que uno pueda dudar de los significados; qué alivio que las connotaciones cambien al son de poderosas luchas; qué alivio que, en algunos casos, la realidad que configura el lenguaje no sea eterna, no sea inmutable. En Colombia no es común la palabra quilombo, pero en los países del cono sur es una palabra negativa que, efectivamente, muestra una realidad indeseable: lugares generalmente en la periferia de las grandes ciudades, en las fronteras de los contrastes tangibles que caracterizan a América Latina; conformado por personas que parecen foráneas, ajenas a la ciudad, pero que hacen parte de ella aunque muchos quisieran negarlo. Los quilombos como realidad están marginados, pero como palabra atravesaron la frontera e hicieron parte de la jerga popular de países como Brasil, Argentina y Uruguay.


En Colombia no es común, pero existen kilombos en Bogotá. Del sur al norte del continente suramericano pudo haber cambiado la Q por la K. Sin embargo, la relación entre los kilombos está viva. La palabra Kilombo nace en el continente africano y en Bogotá la utilizan las personas negras, la mayoría de ellas provenientes de la región del Pacífico, de Urabá y, algunas, de la Costa Caribe para referirse a una apuesta por la recuperación de la medicina y del saber ancestral de las comunidades negras.


“Un kilombo es un encuentro, es una organización, una institución. Así lo concibió Benkos Biohó cuando llegó a Cartagena”. Afirma Daira Quiñones, la matrona del kilombo Razana ubicado en la localidad de La Candelaria, en el barrio Lourdes. Benkos Biohó fue el líder de la revolución cimarrona en el siglo XVII y se convirtió en el rey del pueblo libre del Palenque de San Basilio. ¿Por qué no utilizar la palabra palenque? Pues bien, Daira, cantaora de Tumaco, Nariño, de un cuerpo de 65 años y un alma mucho más vieja, sabia y experimentada, me dice con una voz dulce, un poco aguda y afinada, que los palenques ya tienen una connotación de resistencia en Colombia. Ella, quien conoce comunidades negras como los quilombones en Brasil y Argentina, que están segregadas, que son discriminadas y que luchan como quilombos por revertir esa situación, decidió junto con otras cinco mujeres, que estos espacios de medicina ancestral y prácticas culturales afrocolombianas serían llamados kilombos y no palenques.


La primera razón fue hacer eco de la lucha de quienes ellas consideran sus hermanos aunque estén en otros países, y la segunda razón versa en que la mayoría de las mujeres que fundaron los kilombos son sobrevivientes del conflicto armado colombiano, especialmente, del desplazamiento forzado. Según Daira y Martha, la matrona del kilombo Niara Sharay de Bosa, las personas que llegan a la ciudad como consecuencia del desplazamiento son marginadas y son víctimas de prejuicios que permiten estigmatizarlas e incluso criminalizarlas. Los kilombos en Bogotá constituyen una reivindicación desde la decisión misma de llamar así a estos espacios porque el objetivo de las seis matronas fue que esa palabra se convirtiera en sinónimo de lucha y resistencia, de medicina y sanación.


Así fue como conocí y aprehendí esa palabra “kilombo” acercándome a esa poderosa lucha de las mujeres negras. De hecho, es curioso que las primeras veces la confundiera con la palabra “Kilele” que, entre los muchos significados que tiene, se refiere a un grito de lucha y resistencia. Entonces, para mí nunca tuvo una connotación de ruido o desorden, bueno, de ruido, quizá, pero de uno asociado a las marimbas de chonta o a los cununos, a la voz de las cantaoras. Los kilombos para mí son sinónimo de valentía, de persistencia. Esos seis primeros kilombos: Razana, Niara Sharay, Sirema (Suba), Yumma (Antonio Nariño), Los Griots (San Cristóbal) y Babalú Ayé (Kennedy), que empezaron a consolidarse en la capital en el año 2013, cuando Daira, Martha Rentería, Nelly Santana, Julissa Mosquera, Olga Perea y Chavely Pontoni conformaron el Consejo de Matronas y decidieron organizar la estrategia de medicina ancestral, cambiaron la connotación que la palabra traía desde la Patagonia.


Kilombo: m. Institución, Encuentro. Lugar liderado por mujeres negras sobrevivientes del conflicto armado colombiano, matronas, quienes ejercen medicina ancestral y reivindican, a través de prácticas culturales, los valores de las comunidades negras. Lugar de resistencia y lucha. Lugar de sanación abierto a todas las personas que tengan el alma, el corazón o el cuerpo enfermo.

 
 
 

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© 2018 por Laura Tatiana Peláez. Creado por Wix.com

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